No podía haber sido otro sino el mismísimo Paul K. Feyerabend el que criticase ferozmente el uso que los científicos hacemos de nuestra particular jerigonza científica.
Y, aunque entre iguales esa jerga permite comunicarnos de manera bastante eficiente a pesar de todo, ahí seguimos nosotros, torturando al resto del mundo (especialmente a los alumnos) con multitud de palabros que hacen prácticamente imposible la comunicación.
Por esa razón, cuando el otro día se me ocurrió un curioso símil para hacer comprender a los alumnos la diferencia entre porfiroblasto y porfiroclasto, he decidido compartirlo con vosotros.
Os pongo primero la definición oficial de ambos términos, obtenida del glosario elaborado por mi adorada Subcomisión para la Sistemática de Rocas Metamórficas de la IUGS (cualquier comité que consiga poner de acuerdo a más de cero geólogos merece mi más absoluta adoración, y la vuestra también).


En cristiano porfiroblasto denota un cristal grande que destaca entre un conjunto de cristales de menor tamaño y que se ha formado durante el metamorfismo, mientras que porfiroclasto se refiere a un cristal grande […] tamaño y que se ha formado antes del metamorfismo (de ahí lo de cristal relicto).
Os lo ilustro con unas fotucas collageadas


Ahí va el símil:
Para mí (el profesor) vosotros (los alumnos) sois como porfiroclastos: venís a mí ya creciditos de casa.
Pero para vuestros padres sois porfiroblastos porque os han visto nacer y crecer (salvo que seáis adoptados, claro; en ese caso sois porfiroclastos natos).
Y ahora la pregunta de control para saber si lo habéis entendido: En la siguiente imagen veis un ortogneiss granatífero que, por un metamorfismo dinámico, ha sido transformado en una milonita. El granate que sería ¿porfiroblasto o porfiroclasto?

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En relación con la jerga científica os recomiendo también esta entrada.
2 comentarios en “¿Porfiroloqué, ho?”